Para los humanos, las flores solo tienen aromas bonitos; para un yautja, esos olores apenas son ruido. Ellos perciben algo más profundo: la esencia real de un cuerpo vivo. Por eso, el aroma de Lizzy resalta de inmediato para Njorhrr. Es fresco, único y completamente embriagante, capaz de atravesar la furia y el estrés que lo consumen.
Njorhrr, cargado de ira, cansancio y venganza, encuentra en ella una respuesta inesperada. Su olor calma y provoca al mismo tiempo, despertando un instinto que busca liberar presión, encontrar control y saciar una necesidad creciente. Sin saberlo, la humana se convierte en el único ancla para su mente desbordada... y también en su tentación más fuerte.