Violet Van Buren pertenece a una familia con un apellido pesado y una reputación aún más difícil de cargar. Su rama paterna está ligada a los Verstappen, una familia conocida por su competitividad feroz, su disciplina casi obsesiva y su capacidad para rendir bajo presión extrema. Crecer cerca de ese entorno moldeó a Violet de formas que pocos comprenden: aprendió a analizar, anticipar y actuar con precisión quirúrgica desde muy joven.
Mientras Max Verstappen se convertía en un prodigio del automovilismo, Violet canalizó esa misma intensidad hacia la mente humana. Su talento para detectar patrones, leer microexpresiones y anticipar comportamientos la llevó al FBI, donde su inteligencia analítica destaca tanto como su humor seco y su capacidad para mantener la calma en situaciones límite.
Cuando es secuestrada y desaparece durante un mes y medio en un bosque remoto, su supervivencia se convierte en leyenda dentro de la BAU. No solo por resistir, sino por cómo lo hizo: estudiando a sus captores, adaptándose a su juego y devolviéndoles la cacería.
De vuelta en Quantico, Violet enfrenta las secuelas invisibles del trauma mientras intenta retomar su rol. Su vínculo con los Verstappen -una familia acostumbrada a la presión, la competencia y la resiliencia- resuena en cada decisión que toma, en cada análisis, en cada impulso de supervivencia.
Violet no es una heroína tradicional. Es una mente afilada, peligrosa en silencio, moldeada por un linaje que nunca se rinde.
Freya Harrison nunca llegó a pensar que su vida cambiaría por completo al decidir pasar el verano junto a su padre. Un bloque de apartamentos alejados del centro de la ciudad parecía ser la cosa más aburrida para a una adolescente...pero todo cambia al conocer a su vecino. Ethan no sólo posaba casi desnudo delante de la ventana; ¡Ethan era stripper! Un chico que enloquecería a la dulce y torpe Freya.
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