
Ariadna, 16 años, despierta en una cama que no reconoce. No está en un hospital. No está en su casa. Está en la habitación de invitados de una familia que apenas recuerda. Un accidente, dicen. Un golpe en la cabeza. Lagunas mentales. Nada grave. Pero Ariadna sabe que falta algo. O alguien. Al regresar al colegio, descubre que hace solo tres meses un estudiante desapareció sin dejar rastro: Santiago Calderón. Su nombre está borrado de las listas. Su casillero vacío. Sus amigos ya no preguntan por él. Y todos repiten lo mismo: "No hablemos de eso." "Déjalo así." "No queremos problemas." Excepto él. Elidan Roan. El chico más callado del colegio. El que siempre mira por la ventana como si estuviera vigilando algo que Ariadna no puede ver. El que la observa como si ya la conociera. Y entonces ocurre lo imposible: Cuando él la llama por su nombre... Ariadna siente un recuerdo que no debería existir. Un brazo rodeándola. Un beso en la frente. Una voz diciéndole: "No confíes en nadie". Pero no lo recuerda a él. No recuerda besarlo. No recuerda amarlo. No recuerda odiarlo. Y sin embargo... lo siente. Elidan parece saber exactamente lo que le pasó antes del accidente. Parece conocerla demasiado bien. Parece ocultar algo. Y Ariadna encuentra en su cuaderno una frase escrita por ella misma: "Si me pasa algo... fue él." Pero al mismo tiempo, cada vez que Elidan la mira... algo en su pecho arde. Como si el peligro fuera exactamente lo que la atrae. El pasado la llama. Su memoria la traiciona. Y no sabe si Elidan es su refugio... o su tormento. Porque cuando Ariadna descubre que ella fue la última persona en ver a Santiago con vida, empieza a sospechar que el accidente no fue un accidente. Alguien quiere que no recuerde. Alguien quiere que calle. Alguien está vigilándola. Y entre rosas negras, sombras en los pasillos, y un amor que podría destruirlos a ambos...All Rights Reserved