Entre ropas valiosas, tonos oscuros y pésames, la princesa inglesa Catherine Marianne Ravenshire se ve obligada a tomar el puesto de sus difuntos padres y gobernar el Reino de Albonia; su propio paraíso londinense convertido en obligación.
Forzada a crecer antes de tiempo, Catherine jamás ha sido considerada la mujer más sensible ni la más cálida; siempre tan llena de expectativas por cumplir y retos que enfrentar.
Con el corazón roto y la mente hecha un torbellino de preguntas y miedos, tiene un encuentro (des)afortunado con Seraphine Elenora Vlanderbilt, heredera del Reino de Etravia, enviada por su padre como gesto de respeto...
o quizá de advertencia.
Todo lo que Catherine no puede permitirse desear:
Demasiado viva para un funeral.
Demasiado sincera para la corte.
Demasiado curiosa para pasar desapercibida ante los ojos de la futura reina.
Y es que "admirar" más de lo debido a una dama siendo dama -en 1893, y con una diferencia de edad de doce años- no era bien visto... mucho menos aceptable para la realeza.
Pero hay cosas que no se dicen... solo se sienten.
Y en esos gestos pequeños y a la vez demasiado intensos para ser nombrados "inocentes", Catherine y Seraphine encuentran algo que ninguna de las dos debería buscar.
Algo que, en su mundo, jamás tendría permiso de existir.
Después de un tiempo viviendo en el extranjero con su familia, Emilia decide regresar a su país natal, circunstancias la pondrán de nuevo frente a la chica que alguna vez amó o realmente no sabe si aún ama, tendrá que bajar las barreras impuestas para descubrir sus verdaderos sentimientos.