Mi nombre es Xia, y durante cuatrocientos ochenta años he sobrevivido en los Protectorados, donde los nacidos del crepúsculo somos aislados por un deshonroso error en nuestra sangre. Gracias a esto, no pertenezco a ninguno de los dos mundos y he vivido lo peor de ambos. A pesar de los extraños fallos de realidad que, de las voces que susurran mi nombre en las sombras y de esa extraña sensación de poder que a veces me invade, conseguí un lugar al que puedo llamar hogar junto a Ot, mi entrenador, y Tasha, una nacida del crepúsculo igual que yo, que ha llenado mis días de color.
Y entonces apareció él: Kaelen. Con su sonrisa arrogante y su mirada que parece ver a través de todos mis muros. Es el único que no se inmuta ante mi fuerza. El único cuyo tono retador me hace sentir viva. El único que me mira como si él también conociera el secreto que se esconde en mis sombras. No es parte de mi hogar; es la tormenta que amenaza con derribarlo todo y, aun así, soy yo la que no deja de caminar hacia él.
Pero Xia es la mentira más cruel de todas.
Y la verdad me alcanza con el rostro de Dreagan Sova, un guerrero legendario, líder de una de las casas más importantes del reino, que me habla de un trono, de una reina asesinada y de una venganza que, según él, arde en mi sangre.
Me ofrece un pasado que no reconozco y una vida que no es mía. Quieren despertar a la princesa que fui, pero a nadie parece importarle quién soy ahora, lo que amo, lo que quiero proteger, lo que me aterra perder. Porque ahora entiendo los susurros, mi nombre entre las sombras... es esa otra yo, arañando desde dentro. Y no sé a quién le tengo más miedo: a los monstruos que, según dicen, debo cazar, o a la reina sedienta de sangre en la que quieren que me convierta.