Mi queridísimo todo

Charly d'Avalon no tiene nada bajo control.
Llega tarde a clase, su padre está a un paso de sacarle el auto y su único refugio es la disquería Sonos: el único lugar donde no tiene que fingir que está bien. Charly es puro caos. Líneas torcidas, decisiones impulsivas y una tendencia peligrosa a huir antes de sentir demasiado.
Aris es todo lo contrario.
La línea recta. El orden. La estabilidad.
El chico que intenta cuidarlo incluso cuando Charly lo empuja lejos con rabia, porque el equilibrio le da más miedo que el desastre.
Pero nada lo prepara para el verdadero quiebre.
Un día, en Sonos, el pasado vuelve sin avisar: pelo rojo eléctrico, sonrisa intacta y demasiadas cosas sin decir. Max -el chico que se llevó media vida de Charly y desapareció sin despedirse- ha regresado. Y ahora trabaja justo en el único lugar donde Charly se sentía a salvo.
Atrapado entre un amor intenso que quema y una calma que no sabe sostener, Charly se enfrenta a una verdad inevitable: esto no es una elección entre dos chicos.
Es una elección entre seguir huyendo... o quedarse y hacerse cargo de sí mismo.
Porque tal vez la pregunta no sea a quién amar, sino si está listo para dejar de correr detrás de su propio caos.
Y si la línea recta puede esperar a alguien que todavía no aprendió a caminar sin romperse.