Amo que me odies
Rosé, la chica más top de la secundaria, era tan guapa como insoportable. Su pelo rubio, siempre perfecto, y su cuerpazo hacían que todos se giraran a mirarla y que muchas la envidiaran. Pero ojo, su belleza se quedaba corta al lado de su personalidad: era odiosa, súper mimada y muy maleducada. Como estaba acostumbrada a que todo girara a su alrededor gracias al dinero de su familia, trataba a casi todos fatal, sobre todo a los que creía que estaban por debajo de ella.
En el polo opuesto estaba Lisa. Una chica de lo más normal, famosa por ser un cielo y tener un sentido del humor que te sacaba una sonrisa hasta en los peores días. Lisa no era ni de lejos tan popular ni tan despampanante como Rosé, pero guardaba un as bajo la manga que la hacía inmune a las borderías de la rubia: estaba locamente, pero enamorada de verdad, por Rosé
Su flechazo era tan grande que Lisa no solo aguantaba las burlas y el mal rollo constante de Rosé, sino que hasta los buscaba. Para ella, cualquier interacción, por hiriente que fuera, era una señal de atención especial. Las burlas de Rosé, pensadas para fastidiar y humillar, rebotaban en el escudo de devoción de Lisa. Prefería mil veces ser el blanco de la irritación de Rosé que ser ignorada. Mientras Rosé disfrutaba de su poder, sin darse cuenta de lo que provocaba en Lisa, esta última vivía en una montaña rusa de emociones, esperando en silencio que detrás de la fachada de chica popular y borde, hubiera algo, o alguien, que valiera la pena su cariño incondicional.