Réquiem para las flores

Este prólogo no anuncia nada,
no promete finales felices
ni tragedias memorables.
Es apenas una respiración antes del primer compás,
una nota sostenida
sin saber qué melodía vendrá después.

¿Cómo se escribe el inicio
cuando el futuro aún no se atreve a mostrarse?
¿Cómo se explica una historia
que todavía está aprendiendo a caminar?

Tal vez este libro no trata de certezas,
sino de encuentros improbables.
De una chelista que aprendió a hablar
a través de cuerdas tensas y silencios profundos.
De una florista que entiende
que toda belleza es efímera
y aun así decide regalarla cada mañana.
De una bailarina que sabe
que el cuerpo también guarda memoria
y que danzar es otra forma de resistir.

Quizá este libro sea eso:
movimiento, aroma y sonido.