Por fin me decidí a escribirte digno de un escritor,
por fin me decidí a besarte sin temor,
por fin, pero no hoy.
Hoy no es día de que marque sus labios con lapices labiales,
tampoco lo es de que pinte su cara, ocultando sus lagrimas,
ni mucho menos de esperar sentada, fumando un piti, pensando en lo que perdió.
No es noche de cigarrillos, tampoco de tragos amargos,
no es de miradas tristes, mucho menos de sonrisas falsas,
ni tampoco lo es de negación.
No es noche de que me escribas,
ni tampoco lo es de que yo lo haga,
no es noche para nosotros,
no existe noche para describirnos,
ni versos para escribirnos.
Nada es digno de nosotros y nosotros no somos dignos de nadie.