Para la sociedad, ella era la mujer perfecta, el modelo a seguir tanto como hija como prometida, joven, bella, bondadosa, inteligente, millonaria… caprichosa. Victoria Ransome, su madre, la dueña de la reconocida cadena hotelera Ransome, le había inculcado erróneas ideas acerca del amor basadas en su matrimonio fallido que había dejado como fruto a esa hermosa jovenzuela, sin embargo no había perdido la oportunidad de comprometerla con Ryan Cavendish, un acaudalado empresario inversionista en la naviera de su familia, que, al igual que su madre, le exigían a Evangeline la perfección.
En eso se basaba su vida, ó por lo menos eso era lo que la gran mayoría sabía.
No obstante, ella no era todo lo que pretendían los demás, Evangeline se había encargado de encontrar mil y un formas de hacer valer su vida cada segundo a pesar de tener que hacerlo a espaldas de su madre y su prometido (ganándose así el sobrenombre de señorita mimada para muchos que presumían haberla tratado) cada que accedía a una carrera montada sobre uno de sus poderosos automóviles bajo el seudónimo de >