El calor se había apoderado de mi cuerpo, al igual que un millón de sensaciones incompatibles. Tenía miedo, pero estaba completamente segura de lo que hacía. Me imaginé su rostro, aquel rostro tan maravilloso que me había vuelto completamente loca, deseaba abrir los ojos y poder devorar sus labios una vez más, pero el ardor que recorría mi cuerpo me lo impedía, el veneno ya había hecho efecto.