La primera vez que sentí algo así ya no lo recuerdo, era tan joven; tan efímero que ni siquiera recuerdo el día, la hora, sólo el lugar.
Recuerdo esa sensación que se genera en el estómago, cómo se acelera el ritmo cardíaco y cómo suele oírse ese latido en los oídos.
El color de su piel, el sabor, esa cercanía, el aliento, y esos dientes blancos y grandes que me suelen sonreír antes de aproximarse a mí.
Esa textura, la carnosidad, los destellos blancos, la música de fondo, la madrugada, el silencio, después de haber estado rodeados de tanta gente, por fin, nos encontramos solos.
Siempre sucede en el mismo lugar, casi siempre a la misma hora, como si lo hubiéramos planeado. Dentro del carro...
Las primeras veces recuerdo salir corriendo del carro, claro, sin antes decirte: No debí hacer eso, acompañado de un perdón.
Ningún conocido nuestro sabía lo que sucedía entre nosotros, creo que eso era lo que nos mantenía unidos. Con el tiempo se volvieron más duraderos y con sentimiento, dejando de lado el salir corriendo del auto y los perdones; para dar paso a un gracias y un buenas noches.
Tus pésimos chistes eran los que hacían mis noches, acompañados de esas acciones que todavía recuerdo.
Nos aproximábamos y ahí estaban tan suaves, tan llenos de textura y la sonrisa antes de tocar los tuyos con los míos. Esa sensación del rozar tus labios...
Siempre recordaré el sabor de tu boca y de tu forma de besar, el tiempo cuando estábamos juntos y más cuando nos encontrábamos dentro de nuestra forma tan peculiar de despedirnos a mitad de la madrugada y afuera de mi casa.Tüm Hakları Saklıdır