Apenas recordaba nada. Ni siquiera quién era. Sólo recordaba unos grandes ojos amarillentos que le acechaban, le perseguían, que parecían conocerle mejor que de lo que se conocía a sí mismo. Quería perseguirlos, encontrarlos hasta dar con ellos y averiguar por qué eran lo único que su cerebro conservaba; pero algo en su interior le detenía. ¿Y tú, qué harías? ¿Recorrerías el mundo buscando lo único que recuerdas, la única pista que podría ayudarte a descubrir quién eres? ¿O empezarías una nueva vida desde cero?