“Aquellos que sueñan de noche en los polvorientos rincones de su mente se despiertan para encontrar que todo fue vanidad; pero los soñadores de día son peligrosos, porque pueden actuar sus sueños con los ojos abiertos para hacerlos posibles” – J.T Lawrence. ¡Ay, pero que difícil, que horripilante era ese cálculo! Si tan solo Alicia hubiese seguido soñando con flores parlanchinas, gatos filosóficos y reinas envidiosas, esto no habría pasado, si ella hubiese seguido soñando... Esa muchacha seguía tomando pastillas para solucionar con problemas, pero estos, no eran para entrar en una puertecita. Eran para una beca universitaria. También continuaba tomando cafés con chiflados, pero estos no eran locos alegres como el sombrerero, eran maestros dementes. Pasándose de un mundo de pesadillas a uno de maravillas, Alicia recorre cada recóndito lugar de ambos e intenta salvarlos de una forma difícil: Volviendo a ser una niña.
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