Los padres de Francesca deseaban que ella fuese reconocida, si, pero no de la forma que ella ahnelaba. Es decir, querían una hija médica, o contadora, alguien destacable que contribuía a la sociedad londinense, pero, ¿música? No, no, no. Su preciosa Francesca debía ser una persona seria. Por eso, a costa de ellos, Frances era artista callejera. Tocaba la guitarra en las calles. No exactamente para ser vista como la próxima promesa musical, pero sí para ser vista. Para que alguien más que sus dos mejores amigos la notase. E iba a ser notada. Por Harry.