Los sentimientos de una persona son cosas que nadie cambiará a la fuerza, ni de la noche a la mañana. Y yo ya estoy harta de ocultar lo que siento. No puedo lidiar con cinco hombres que me pretenden por ser una guerrera, y por ser la única hija -aunque adoptiva- de Odin, padre de todo. Nadie sabe el dolor que me cargo al no poder quedarme con quien yo quiero, sólo porque ese alguien es el dios del engaño. Nadie sabe lo que es tener que ser la chica buena, la que siempre hace caso, la que es la más correcta. Pero sé que un día, él. yo, lo vamos a gritar al mundo. Yo exclamaré que él, por debajo de esa pinta de malo, hay un alma buena y cálida. Y sé que él exclamará, que yo soy su dulce y pequeña Peonía, de él y nadie más.