Cuando levante la vista, la luz se había extinguido, si es que alguna vez la hubo; las cenizas de los cuerpos muertos profundizaron por entre mis fosas nasales, y obligada a tragarme la hipocresía de los pueblos muertos, camine largo y pesadamente hasta la orilla de aquel talud. Ya no había nada al final. No había ni oscuridad, ni paz. No había ni luz ni guerra. No había nada. El fin no es nada...All Rights Reserved
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