Había una vez, una princ... Espera, ¿es esa la manera de comenzar una buena historia? ¿no ha sido ya usada más de mil veces? Ese inicio supone la típica princesa bella, pura, restringida a un castillo inmenso e inalcanzable a 13 000 metros sobre el nivel del mar. No podemos dejar de lado al príncipe que debe rescatar a la princesa. Aguanta, ¿acaso la princesa no tiene autonomía suficiente? Claro que si la tiene. Pero, ¿cómo comenzar la historia? Espera... ¡ya lo hice!
El nombre de la princesa era... (¿por qué revelar el nombre ahora?). Un dragón gigante, verde, con alas tan grandes que cuando aleteaban generaban remolinos que podían destruir casas enteras sin el más mínimo problema, custodiaba el castillo de esta hermosa princesa. Cada mañana, cada tarde, cada noche, todo lo que la princesa intentaba hacer era escapar de ese castillo, sin embargo, Boreal no la dejaba. Cada vez que el pie de la princesa estaba a punto de salir del recinto, este lanzaba una llamarada tan grande y tan poderosa y tan azul que la princesa no tenía más remedio que regresar al castillo.
Una noche, ... concibió el plan perfecto para poder escapar. Empleo toda su inteligencia, toda su astucia (¿no son sinónimos?) para convencer al dragón de dejarla salir por una noche. Tras muchas súplicas, Boreal, aceptó. ... le había acariciado el hocico y suspirado al oído, esa era la única manera de apaciguar a una bestia tan temible.
Trece años habían pasado, trece años desde que la metieron en aquel castillo. A ella no le importa el pasado, sólo que estaba libre. Mientras admiraba maravillada todo a su alrededor, no se dio cuenta y sin querer se topó con un hechizero, el más poderoso, malo (no tanto) y romántico (¿romántico?) de todos. Él le dijo: "Andrea, te he estado esperando". ¿Cómo ha de terminar la historia es lo que todavía me pregunto? Pero algo es cierto, veinte minutos (o más, o menos), es lo que uno necesita para convertir a otra persona en algo