—¿Por qué haces esto? A los dos—. Me tomó de las manos. Sus ojos llorosos me habían roto el corazón. Me sentía pésima por haberle hecho ponerse asi. Nunca fue mi intención, lo que me pasaba era algo mio, de mi interior, nunca quise lastimarlo, pero evitar lo que me pasaba era imposible, y pensar que me lo había buscado yo sola... No es sano. Es una enfermedad mortal mezclada con un poco de travesuras, corazones latientes, adrenalina, amor, satisfacción, discusiones, felicidad, amargura y decepción.