De la misma forma que es una particularidad que aparezca una Rosa Roja en invierno, es difícil encontrar un jardín donde solo florecen Rosas Azules.
Elsa, a pesar de haber vivido casi cien años, sus recuerdos siempre habían sido claros. Quizá los más tenues eran los de su infancia, pero aún podía sentir el olor que desprendía el jardín de su vieja casa. Su madre se pasaba todas las mañanas trabajando entre las más bellas flores, y adornaba todos los floreros con su trabajo diario. A Elsa le fascinaban un tipo de rosas Azules que crecían en la parte trasera del patio, junto a su columpio de metal. Podía pasarse horas contemplando los delicados pétalos y guardando aquellos que se marchitaban entre las hojas de sus libros.
Era el mayor atractivo que había encontrado, y a pesar de estar a las puertas de la muerte, exigía tener un florero de rosas azules frescas todas las mañanas en su mesilla de noche.