« - ¡Tú eres una princesita! - gritó - Eres una señorita, una muñeca... ¡Me da miedo tocarte por si voy a romperte con mis manazas! - se miró las manos y después volvió a mirarme, con lágrimas en los ojos - Y mírame a mí. ¡Joder! ¡Tú vistes Chanel y yo éstas camisetas viejas! Nunca podré ser lo suficiente bueno para ti.» Novela registrada. Prohibida su copia o reproducción sin el permiso de la autora.