Lo veía a hurtadillas. Veía como tocaba la guitarra en la tardes, por mi ventana. Siempre tocaba las suaves melodías que su maestro le indicaba. Tocaba la guitarra como los ángeles, nunca me perdía sus lecciones, hasta que me mude. Ahora, el sigue tocando, pero el problema es que no hay ninguna ventana que de desde New York hasta California.
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