Sentí mi mejilla arder, y estoy segura de que sus dedos están macados en ellas -¡¡eres mía!! entiende de una maldita vez, ningún hombre que no sea yo puede tocarte ¿te quedó claro?- preguntó jalandome del cabello -¡yo jamas sere tuya!- espeté furiosa, nunca me entregaré a él -Ana, Ana, linda y dulce Ana, no tendrías que haber dicho eso- dijo sonriendo con malicia, el miedo se apoderó de mí, ya sabía lo que me esperaríaAll Rights Reserved