Una noche fría y húmeda, como muchas en este mes de diciembre.
Vestidos cortos mas de lo debido, corbatas, algunos labios rojos, lociones un poco fuertes y el sonido de los tacones resonando, hacen que finalmente se de inicio a la ultima fiesta del año.
Un reencuentro planificado desde años atrás, anillos añorados, amores prohibidos, embarazos no deseados, trabajos mal remunerados, sueños no alcanzados y algunos cigarros escondidos.
Un grupo que alguna vez fue adolecente, llenos de esperanzas y libertades, colmados de amores y desamores, repletos de sueños y aspiraciones, abundados de desgracias y infidelidades; y sobre todo de historias por contar.
Un solo suceso los volvió a unir, la muerte de su tutor, su instructor, su único maestro, su amado profesor, el estricto educador, su fiel amigo, el alegre mentor y para algunos un papá; un hombre como aquel no se ven muy a menudo, pero su paso por la tierra siempre es muy corto.
Hace cuatro meses dieron su ultimo adiós, una despedida para algunos dolorosa y lamentable, menos para la vecina de aquel hombre, que odiaba que su amado jardín, sobretodo sus retoños de rosas, fueran regados por la orina de ese gran feo perro del vecino calvo.
Después de la inesperada reunión, en aquel gran cementerio, decidieron anotar en sus calendarios aquella reunión, no se puede decir que todos estuvieran de acuerdo, simplemente fue unos de sus últimos deseos que su amado maestro dejo claramente especificado en su testamento. Claro esta, que ese viejo cascarrabias planifico todo, la cena en el hotel, dejando cartas para este grupo de estudiantes que tanto cariño y canas le adjudicaron.
Y así tres grandes mesas serán unidas, esperando esos dieciocho culos de graduados que darán calor a las sillas. A las 8:00 en punto es la cita acordada, temida por unos, amada por otros y otros les da igual. Solo queda rezar un poco, para que no hallan muertos en ese hotel, la última noche del año.
Publicada 1 de jul delAll Rights Reserved