- Llevo tanto tiempo esperando este momento. - sentenció el muchacho enredando varios dedos entre sus largos mechones albinos. - ¿Dónde está mi familia? - dije con voz tambaleante. Mis ojos pasaron a través de él sin lograr percibir nada. - Simples humanos. - reprochó con rencor. Cruzó sus fuertes brazos de forma que resaltaran - Donde unos desaparecen otros miles nacen, no debería llamarse siquiera perdida. - No les haga daño. - rogué con un nudo en la garganta. No podía perder la esperanza, llevarme por el miedo. ¿Porqué yo seguía intacta? - Son humanos. - pareció intentar convencerme. Un sollozo emergió de mi garganta con una fría gota deslizándose por mi mejilla izquierda. Eso pareció enfurecerle - Tenemos que marchar. Su mano acarició mi brazo desnudo. Cientos de sensaciones llegaron a mi en ese instante. Estaba la creciente y amarga tristeza unida con la impotencia de no poder ayudar a mis padres. Por otra parte su tacto resucitó algo dentro de mi ,moviendo mi corazón.