Todo en la vida de Shelly era un caos, bueno, siempre lo había sido. Ella sólo tenía un problema, uno muy grande: ella misma. Era increíble la manera en que se podía odiar tanto. Shelly sólo consiguió una solución, la más simple y accesible: acabar con su vida. Pero, ¿qué ocurre cuando, justo en el momento en el que sientes que no hay vuelta atrás, aparece una persona que te roba el aliento y te hace querer intentarlo de nuevo?
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