CHAOS.

Se hacia tarde en Oxford, ella seguía pensando en lo que había dicho ese chico tan especial. A medida que recordaba cada momento vivido, cada caricia, y una de las tantas sonrisas, sus ojos se empiezan a cristalizar. Ella una niña de tan solo quince años de edad, el un niño maduro de diecisiete años. Su mayor pregunta era en que había fallado, ¿Fue culpa de él? O ¿Culpa de ella?
Cada vez que ella lo veía sus mejillas tornaban un color rosa, ella sentía el amor que existía entre ellos dos, sin embargo ella sabía que en cualquier momento todo se podía tornar fatal, solo con una simple caricia, una simple lagrima que dejara caer todo iba a cambiar.