Se dice que los adolescentes siempre se equivocan, que se desvían, que no tienen nada asegurado en su mente, que cometen más errores que aciertos en sus vidas y talvez tienen razón, aún que también dicen que es la edad, esa edad en la que uno quiere aprender a vivir o no volver a nacer.
Tal vez, yo también era así, quién sabe, siempre me consideré un ser ordinario, jamás encontré nada que me gustará sobre mi misma, y sabia que ese era mi problema. Yo que siempre fui la oveja negra de la familia, jamás hubo esperanzas en mi, pero yo estaba llena de confianza, sabía que era mejor de lo que mi familia decía, yo era mucho más que eso. El problema no era la esperanza o la confianza en un mismo, yo no necesitaba eso, el problema eran esos demonios que habitaban en mi mente, que me poseían, esas ganas de querer morir, el deseo de desaparecer, no era todo el tiempo, no era nunca pero yo aún creía en un SIEMPRE.