Plagada de desgracias, una tras otra, parecía que tenía como un imán, que atraía cualquier tipo de pesar. Me golpearon sin piedad, psicológicamente y físicamente, una paliza tras otra, pero al final, las que dejaban huella eran aquellas que se quedaban grabadas en la mente. Después de deambular, buscando desesperadamente un refugio, encontré ese consuelo, cuando ya no lo buscaba. Justo ahí la vida empezó a sonreírme, fue algo tan inesperado que me ayudo a huir, escapar de el bucle que había formado en mi cabeza por tanta desaparición y desde entonces se que puedo luchar, porque cuando encuentras alguien que te ayuda a vivir y no a sobrevivir, es cuando aparece la verdadera felicidad. ¿Será capaz de aguantar o lo hundiré en la miseria de mi caos interno?All Rights Reserved
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