Quien haya contemplado alguna vez el cuadro de Van Gogh que tiene por título 《 Noche estrellada 》, sentirá menos sorpresa al leer esta biografía, que con tanto acierto relata Irving Stone. Sólo un hombre que fuera capaz de cortarse la oreja izquierda para regalarla a una mujer que le pedía dinero pudo haber pintado esas estrellas cuya pasión - la pasión de Van Gogh, en el doble sentido de la palabra - se desborda en la noche. Pero, también, sólo un hombre que abriga la oscura habilidad de describir pictóricamente el universo con tal paroxismo pudo vivir como él vivió. Su vida y su obra corren paralelas.
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