Adolfo estaba en una esquina de la habitación llorando asustado. Andrés se acercó levantándolo y llevándolo bruscamente a la cocina. -¿Quién botó eso al suelo?- le preguntó enojado apuntando a un vaso roto. -Juro que yo no soy el culpable, por favor no me lastime- decía Adolfo con la respiración agitada sin parar de llorar. -¿Y entonces quién fue si no había nadie más en la casa?- le dijo golpeándolo con un palo que en la punta era como un látigo dejando una marca en la cara del muchacho que estaba completamente asustado y gritando de dolor. -No podía salir- dijo el chico intentando calmarse haciendo que el mayor se enfade al no darse cuenta de ese detalle-, estoy encerrado, no podía salir a la cocina, por favor no me golpee, no he hecho nada malo, lo juro- decía el chico llorando. El mayor enojado por haber cometido el error de culpar a su juguete descarga su ira en contra del muchacho golpeándolo hasta dejarlo inconsciente.