La decisión de mi madre de estudiar en verano hizo que la historia que estoy a punto de contaros ocurriera. No sabía lo que me deparaba en la academia Svanar, y de haberlo sabido posiblemente no hubiera asistido a ella. Además, el sueño que había tenido aquel día no me ayudó en absoluto, pues yo siempre había sido una persona curiosa pero a la vez bastante incrédula, así que jamás pensé que fuera a hacerse realidad. Jamás pensé que nosotros siete, unos adolescentes comunes con poco que hacer en verano, seríamos los protagonistas de algo tan inverosímil. Pero si algo me ha quedado claro tras haber vivido todo esto y seguir vivo es que no todo lo que es real existe y no todo lo que sueñas es fantasía. Tan solo son dos mundos distintos unidos por una pequeña línea imaginaria llamada cordura.