Un sinfín de lágrimas recorrían mis mejillas, mi padre y mi madre habían dado la vida por mí para salvarme, se sacrificaron por mí. Pero su sacrificio pareció ser en vano ya que mientras la bestia jugaba con el cuerpo inerte de mis padres, el otro empezó a movilizarse hacia mi dirección. No huiría, no lucharía, quería reunirme con mis padres en donde sea que estén en ese momento, la puerta de mi pequeño escondite fue abierta abruptamente dejando a la vista a la bestia. Su sonrisa macabra helo toda mi sangre, sabía que esa sería una muerte dolorosa, cerré mis ojos a la espera de sus colmillos en mi cabeza, tal y como lo habían hecho con mis padres