- ¿Siempre eres así de caprichosa? - me acorralo en la pared, yo lo sabia, el disfrutaba molestarme pero no lo dejaría así.
- ¿Y tu siempre eres así idiota? - le dije mientras rodeaba su cuello con mis brazos.
- Vamos, te encanto - puso su cara de superioridad, y se acercaba cada vez mas a mi.
- Tu sabes que eres mi único capricho. - lo empuje hacia mi haciendo que nuestras narices rocen, pero nos detenemos, ambos sabemos que no podemos pero lo único que nos detiene es mi padre.
Supongo que así va a ser siempre, tratando estar juntos pero es imposible, deseandonos, delirando uno por el otro, pero esto se ha convertido en algo más que un capricho.