"A los 12 años comienza tu vida". Todos me decían lo mismo. Yo no les puse atención. "A los 12 años encuentras a tus amigos de toda la vida, y a tu primer amor." Tampoco les creí. Yo pensaba que ya los había encontrado. Pero no me voy a adelantar. Yo soy Sabrina Matthews. Ojos verdes, cabello rubio y ondulado, y tengo 16. Cuando comenzó mi adolescencia, yo no sabía qué creer. A quién. Pronto, el mundo entero se volvió en contra mía, o eso es lo que me imaginaba. Solo necesitaba algo trágico, algo alegre, algo nostálgico, para saber quién era en verdad. Tener 12 años no es tan duro en realidad. Ni tener 13, ni 14, ni 15, ni 16. Esos años son solo algunos años más de entre la montaña. No sobresalen, no son importantes. Sí. Hay cambios de pensamiento drásticos entre los 11 y los 12. Igual entre los 12 y 13 y 13 y 14. Siempre habrá. Un día pensarás que algo que hiciste está bien, y al siguiente pensarás que está mal. En parte, es verdad lo que me dicen. A los 12, comienzas a tener más libertad y responsabilidad. Por eso me dijeron que a los 12 años comienza la vida. No necesariamente a los 12 encuentras a tus amigos de toda la vida. Puede que te quedes con viejos amigos, o hagas nuevos. Jamás se sabe qué esperar en la vida. Tampoco a los 12 TIENES que encontrar a tu primer amor. Puede que no. Puede que sí. O tal vez ni siquiera sepas si sí o si no.
Yo soy Sabrina Matthews, y esta es la historia de mi adolescencia.
Ver nuestros reflejos suele ser algo etéreo, como un suspirar.
Retratar nuestros rostros un recuerdo, que no se borrará.
Linda ama enmarcar, capturar, fotografiar...
Zack ama marcar, esquivar, jugar...
Ella sonríe poco, y no suele retraer.
Él ríe demasiado, y reprime a más no poder.
Pero... si el camino se junta, dos polos opuestos se pueden atraer.
Si el amor es más fuerte que los miedos... un retrato de nosotros comenzará a renacer.
Cual gol efusivo, cual imagen ilustrada. El trozo de una fresa, el verde en la mirada. La calma y la unión, el flechazo en el pecho, el amor satisfecho.