El viento soplaba fuertemente, haciendo que la hierva se moviera junto a esta. En aquella colina, casi no se podía distinguir nada, gracias a la niebla que había siempre en el ambiente, porque era cierto, la niebla nunca desaparecía de esa colina.
Solo se podía distinguir una cosa, y todos lo sabían y temían por ello, aquel viejo árbol. Estaba medio muerto, ninguna hoja ni flor florecía desde hace muchos años.
De una de aquellas viejas ramas, una cuerda colgaba, a unos dos metros, una niña de pelo rubio y con un vestido blanco miraba aquella cuerda con odio.
-Juro matar a aquellas personas que pasen por aquí, o incluso obligarlas para que ellos mismos se ahorquen antes de pasar por algo mucho peor, la tortura- dice esta ahora sonriendo macabramente.
De nuevo un fuerte aire volvió a soplar por la colina.
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