Me llamo Cristina. Aunque si no me llamas Tina me plantearé seriamente si lanzarte un zapato a la cabeza. Vivo en una sociedad que ni siquiera se merece el privilegio de ser llamada así. Estamos vigilados. Todos somos controlados y todo está prohibido. Creía que tendría que lidiar con ello hasta el día de mi muerte (sin olvidar alguna amenza a más de una persona, claro está.) Pero, mi vida dio un vuelco de repente. Tenía que aprender a vivir en la vida real, por muy dura que fuese. Entonces me di cuenta que tenía que huir. Salir de ese infierno al que nos obligaban a llamar hogar. Pero todo ello sería complicado al conocer a una persona que no sería para nada lo que me esperaba.