¿Como puedes pasar tus días en una constante tormenta, en un naufragio? Aferrándote a la vida porque ya no te queda de otra. Sin unos ojos que te digan con miradas "sonríeme", sin una risa que te anime a ser más fuerte. Pues decírselo a ella, a la chica de la ventana, a la de la sonrisa rota, a la que bailaba sola en el jardín, a la que deshojaba margaritas mientras lloraba con Snow Patrol sonando de fondo, a la que llevaba toda su vida (si se le puede llamar así) en un tsunami. Hasta que un día, como un huracán, llegó alguien que lo cambió todo. Y cuando digo todo, es todo.