- sólo,no juegues con ella. - No quiero hacerlo... tengo algo más de que preocuparme. - ¡Más te vale! - grité- - ¿Cuál es tu problema, rubia? ¿Es porque no quiero jugar contigo? - respondió sonriendo de lado-. - Que estupideces dices, bastardo ¡No tengo la más mínima intención de relacionarme contigo!- - Yo tampoco quiero jugar con una rubia histérica como tú. Hasta luego, dile a tu amiga que me espere en mi cama, que en la noche estaré entre sus piernas- se giró, no sin antes fulminarme con sus ojos. Lo odio tanto. Me volteé, caminando hacia mi casa. Dolió darme cuenta de cuan mojadas tenía mis mejillas. Bastardo. ¿Por qué tiene que dolerme lo que dice? ¿Por qué?