Parece que el chico lindo se fue, pero no, no lo puede creer, ahí está él arreglándose el cuello. Pero no es cualquier cuello el que acaba de acomodarse en la camisa. Tomás agarra su equipaje y se acerca al verla entre sorprendida y desorientada. —¿Estás más tranquila ahora que llegamos? ¿Estás bien? Julia no puede dejar de mirarlo atónita. —¿Qué onda? —¿Cómo qué onda? —¿Qué? ¿Pegaste una fiestita de disfraces? —le dice señalándole el cuello. —Nooo, me parece que te estás confundiendo. Soy sacerdote.