—Sé tu secreto. El castaño se volvió hacia el mayor, totalmente confundido a qué se refería exactamente. —Sé que eres un hombre en realidad —aclaró, acercándose a él y arrinconando su cuerpo en uno de los casilleros del pasillo vacío de la escuela—, sé que usas ropa de mujer pero en realidad no lo eres. Louis sintió que su corazón colapsaba ante la cercanía del ruloso, atrapando su labio inferior entre sus dientes y bajando el rostro para ocultar su vergüenza—. N-no le vayas a decir a nadie, por favor —musitó, implorando por su liberación. —Mi silencio tiene su precio —propuso de manera maliciosa Harry, con sus ojos esmeralda brillando por la idea perversa que cruzó por su mente—. De ahora en adelante harás todo lo que yo diga, te guste o no, sin rechistar. —su mano se deslizó por debajo de la falda de Louis, tomando la tela de las bragas y, con un fuerte jalón, rompió la prenda hasta que la tuvo completamente en su posesión—, sino, será mejor que vayas buscando otra escuela. El corazón de Louis se detuvo, sin embargo, asintió con la cabeza, aceptando la propuesta.