El morbo iba con él. Sabia perfectamente que era un estupro, porque a su edad no solo se le satisfacía de una caricia, necesitaba algo más que contacto físico. Debido a su desequilibrio laboral, sus inclinaciones a veces eran muy enfermas, pero esta solo fue una excusa; porque bastó con verla para no dejar de pensarla, para no dejarla ir. Dejó que sus ideas, los problemas y el alcohol lo hundieran, nadie lo iba a saber, al fin sus fantasías se alimentaban de alguien que solo podrá asentir o callarse.