Cuando volví a Nueva York sabía que las cosas cambiarían, pero no tanto. No me esperaba, para nada, que mi hermano menor de dieciséis años se hubiese convertido en un drogadicto y alcohólico porque lo dejé solo con nuestros tíos, no me esperaba que se juntase, ahora, con unos tíos peligrosos, desobedientes y maleducados, y lo que menos me esperaba es que yo acabase enamorándome de uno de ellos.Todos los derechos reservados