―Entonces, ¿no tienes fé en nada? ―pregunto de forma incrédula mientras me acomodo en mi asiento.
―Yo no tengo fé, tengo convicción. No creo en milagros, creo que hay que luchar constantemente. Y también creo que las victorias sólo son un escalón más de la vida. No creo en nada que no sea la fuerza de voluntad ―contesta él, con voz firme y sin dejar de observar atentamente sus manos.
―¿Por qué? ―inquiero nuevamente.
En verdad deseo saber la razón de su rara forma de accionar. Y en verdad me gustaría que me mirara fijamente como hace un momento para así tratar de adivinar qué es lo que pasa por su mente.
―Porque el pasado nos marca, nos deja cicatrices que jamás sanan ―explica, levantando la mirada y clavando sus profundos ojos azules en los míos, lo que me permite ver cierta tristeza en ellos.
«No dejes de mirarme, por favor»
―Pero el pasado ya está hecho, no puedes modificarlo ―respondo con el ceño ligeramente fruncido por la incertidumbre de no poder comprender sus pensamientos.
―Pero es el pasado el que condiciona nuestro presente y, por consiguiente, también nuestro futuro ―señala con una sonrisa melancólica en el rostro, volviendo su mirada a sus dedos.
Y, sinceramente, ahora estoy más confundida que antes.
Nota: esta obra no será actualizada regularmente por un problema de tiempos. Agradeceré su paciencia y compresión.
Kim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe.
Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.