Hace tiempo entendí, que esto que siento por ella, no es odio... es amor.
En ese instante decidí que le diría todo...
Llegué a sólo unos metros de ella... Tan hermosa estaba como siempre.
Me acerqué un poco, la toqué del hombro, una leve corriente se extendió por mi cuerpo.
Ella volteó suavemente, me acerqué mucho más, quedando sólo unos escasos milímetros a sus labios, rojos por el frío. Rompí esa lejanía sintiendo como sus labios tocaban los míos dulcemente.
Ese beso fue el más hermoso que tuve en todos estos años. Amoroso, dulce, suave. Nos dijimos todo en aquel beso, no se necesitaron palabras para entender que ella era ¡La dueña de mi corazón!.