Una Mentira Placentera

¿Cómo es que había aceptado?
Me golpeaban multitudes de personas con cada paso que daba, mi propósito era llegar a la salida sin ser vista, pero cuando estuve a punto de lograrlo, una mano firme me detuvo del codo. Cerré los ojos y respire hondo esperando que no fuera la él la persona que me sujetaba. -¿Por que te vas tan rápido?
Su aliento sopló sobre mi nuca erizando mi piel, me zafe de su agarre y me di media vuelta, ahí estaba con esa arrogante y perfecta sonrisa.
¿Cuales eran las palabras exactas que había escuchado decirle antes?
¡Así!
- Eso no te incumbe. Su sonrisa aumentó porque él sabía perfectamente que esa era su respuesta para todo. Sus ojos me recorrieron de arriba abajo, como si fuera la primera vez que me veía, rodé los ojos y lo deje ahí en medio de toda aquella gente; esta vez no fue tras mío.