No podía dejar de llorar, como fue capaz de hacerme esto, quiero decir, yo en verdad lo quería, teníamos la pareja mas solida en todo nuestro circulo social, todo era tan lindo, tres años y medio de pareja, vivíamos juntos, teníamos hobbies juntos. Pero no, aquí estoy, sentada en la barra del bar de mejor clase que encontré. Mi estúpido vestido siempre impecable lucia desaliñado, mi labial corrido, pero en realidad era lo que menos me importaba, estaba herida, herida del alma, del corazón. Tome otro trago de mi vodka puro, ya había perdido la cuenta de los vasos que llevaba. Toda mi clase y valores se estaban llevando estando aquí sentada.
"Hola" mire al chico que se sentó enseguida de mi, era atractivo, mucho, pero me valía 3 toneladas de Mie... No estaba interesada.
"Hola" conteste al fin.
"¿Que hace una chica como tu aquí?" Alce una ceja"una chica rica, hermosa, con clase" suspiré
"¿Estas coqueteando conmigo?"
"¿No debería?" Alzo una ceja
"¿Tu también eres gay?"
Samantha Rivera y María Victoria Arellano.
No tenían muchas cosas en común, sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidían y mucho menos la estatura. Nunca pensaban igual, tenían ideas muy diferentes y actitudes contrarias. María Victoria era dueña de si misma, Samantha era una chica insegura. Sus manos parecían ser hechas como piezas exactas para encajar una con otra, con los dedos entrelazados y mirando a la misma dirección.
Samantha era su pequeña.
Está historia no me pertenece, todos los derechos a su autor original.