Dejé escapar el aire de mi cuerpo, mis manos temblaban con cada paso que ella daba hacia el altar, la mujer que había amado desde la adolescencia, estaba allí, más hermosa que nunca, con una sonrisa dibujada en sus labios, con su padre al lado, en su mirada se podía apreciar que estaba decidida a pronunciar la palabra "acepto" aquel día, yo la había hecho mía hace tan solo unas horas, pero eso no había sido suficiente para mí, la necesitaba, pero había un pequeño detalle... no era yo quien tendría el privilegio de convertirla en mi esposa, yo era solo su mejor amigo, quien estaba parado a un par de metros de su prometido, prometido que esperaba con ansias convertirla en suya ante los ojos de Dios.