Como cada noche, me colé vestido solamente con pantalones de pijama por la ventana de su cuarto. Según ella no había mejor sensación que la de dormir con el viento refrescándole la cara al tiempo que se hacía un ovillo bajo aquel enorme edredón; mientras que yo fuera el único que aprovechara esa ventana abierta, estaba del todo de acuerdo. Abrí la colcha y me metí debajo, por la ventana entró una ráfaga de aire frio y haciéndola tiritar así que entorné la ventana y a ella la abracé por la espalda. Involuntariamente, se dió la vuelta quedando así su cabeza sobre mi pecho, tal y como a mi me gustaba. "Te quiero- le susurré al oído. Riéndome añadí- no me des muchas patadas esta noche". Y esque aunque yo la desesperara, buscara todas las maneras posibles de darle celos, nos peleáramos y ella hiriera mi orgullo y corazón, una cosa estaba más que clara, no podía dejar de amarla. Así que este era mi momento secreto y favorito del día. Cada noche, cuando se dormía, yo me colaba en su cuarto y mientras la abrazaba, le contaba todo lo que pasaba por mi cabeza . Luego, a las 6 de la mañana me despertaría para que ella no me pillara y volvería a mi casa deseando que ella recuperara la memoria y no tuviera que esperar a que se durmiera por las noches para estar con ella.