«A veces lo único que necesitamos es a alguien que recoja la arena que se escapa entre nuestros dedos» Alma vivía como cualquier otra persona. Respiraba 20 veces por minuto, mordía su labio inferior 145 veces por hora y sonreía mucho todos los días. Ian vivía como cualquier otra persona. Fruncía el ceño 13 veces por minuto, parpadeaba 900 veces por hora y reía mucho todos los días. Ambos eran como cualquiera, ambos deseaban ser cualquier otro; hasta que sus manos se encontraron y no quisieron ser nadie más. Portada realizada por la maravillosa @DeepFeelingsInMe
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